LISTOS PARA AHOGARNOS COMO TONTOS POBRETONES
Era un fin de semana de feriado largo como solo suele haber
en mi país el Perú, el cual decidí aprovechar con un grupo de amigos irnos a
pasar los días en la playa, recuerdo que la emoción que sentíamos era típica de
todo infante insaciable y hasta podría decir en cierto modo que estábamos excitados
por disfrutar cada instante que estemos en un puerto marino, llevamos ropa suficiente
para varios días, gasolina para el coche, dinero y la motivación necesaria para
garantizar una buena estadía esos días de diversión mundana y para esos todos los
mundanos estábamos muy motivados en asegurar
tal festín.
Llegamos muy temprano para de inmediato instalarnos cada
quien en sus habitaciones de hotel, luego nos pusimos de acuerdo a salir en el
acto del hotel y disfrutar del día, fuimos a la cevichería mas cercana para
degustar de un delicioso y agrio ceviche (platillo bandera), en la primera cevichería
aun no había ceviche, fuimos a otro y tampoco había, nos resignamos y nos
fuimos a “la caleta”, un grupo de cevicherias al paso al lado del mar y con el
olor de la brisa marina, mis amigos y yo somos “buenos pobres”, no nos
importaba el lugar, la cosa es que nos brinden un buen ceviche comible aunque
sea en botella; tal fue nuestra sorpresa que los platos resultaron ser muy
agradables que repetimos a un segundo platillo, veíamos a los comensales que digerían
sus bocadillos marinos con total agrado a lo cual nosotros no estábamos exentos.
Como todo buen peruano que sabe que un ceviche sin rocoto no
es ceviche es por ello que los platos “emanaban” fuego debido que estaban
sumamente picantes y, ameritaba aplacar ese picor con unas cervezas bien
heladas, aprovechando el incesante calor que hacia ese día, cervezas van,
cervezas vienen y seguíamos consumiendo,
ya muy pronto subimos a nuestros coches y nos fuimos rumbo a la playa más
lejana donde hubiera poca gente y no esté abarrotada de gente excitada por
hacer el amor con el mar. Al son de una rica música salsa sensual de antaño
como la del inefable Frankie Ruiz cantando a voz en cuello “mi libertad”….quiero
cantar de nuevo caminar y a mis buenos amigos visitar pidiendo otra oportunidad….!!
Canción que guardo un grato recuerdo nostálgico de mi puerto
San Juan de Marcona, ciudad donde viví los mejores años de mi vida, mi primer beso,
mi primera enamorada, mi primera vez en el licor (como ya conté en artículos
anteriores), mi amor platónico y sobre todo mis primeros miedos. Nos íbamos con
el alta voz al máximo, con la ventanas abiertas misma discoteca móvil y que marcaba
la envidia de las personas que nos miraban, ya pronto llegamos a la playa estacionamos
los coches, solicitamos sombrillas, hamacas, mesas y abundante licor porque el
mundo se estaba acabando y no teníamos que perder ni un minuto, todos ya estábamos
sumamente ali-coreados y me gusta ser muy divertido para mis amigos, recuerdo que
bailaba sobre la arena como una misma mujer excitada, es increíble, ver a mis “compas”
empezar a no quedarse atrás e intentar robarse el show feminista; aplausos,
risas de licor abundaban en nuestra reunión playera.
Fue cuando de pronto Abel uno de mis amigos decide lanzarse
al mar cual nadador profesional, le insistimos que no lo haga pero, como siempre
un borracho y un niño dicen la verdad y siempre creen tener la puta jodida razón
y se fue rumbo al mar, aun con el licor encima de todo mi cuerpo bronceado por
no decir sancochado mismo camarón de rio decidí alcanzar a este estúpido amigo.
Sé muy bien que un alcoholizado por nada debería ingresar al mar por eso de estúpido
no la tenía, a cada momento le decía que no ingrese tan adentro pero, “tarzán
del mar” ignoró mis palabras, fue cuando de pronto vi que mi amigo me llamaba diciéndome
que se ahogaba y yo no le creía pero, al ver que se hundió decidí nadar rápido
en su rescate, comprobé que en verdad se estaba ahogando a pesar del alcohol en
mi cuerpo pensé rápido y dije para mis adentros dejo que se ahogue o ingreso a
rescatarlo arriesgando mi vida, fueron milésimas de segundos que pensé en mis
hijos, mis padres, mi futuro por otro lado pensé en mi amigo y tome la decisión
de ingresar para rescatarlo.
Estando ya con Abel, este estaba en desesperación y me
suplicaba que por favor lo saque del mar y lo lleve afuera pero, mi amigo me
abrazaba como a una enamorada desesperada con ganas de hacer el amor, le decía que
se tranquilice pero, eran vanas mis palabras porque mi amigo estaba muy
nervioso, ya no sentía el piso arenoso, y nos estábamos alejando rápidamente de
la orilla del mar, es increíble pero, cuando uno está mar adentro ya no ves la
orilla solo veíamos mar por todos lados, de inmediato hable rápido con mi balbuceante
amigo para estratégica mente aprovechar la venida de una ola y que nos lleve por
impulso hacia la orilla, y así lo hacíamos pero, el mar nos jalaba rápidamente hacia
dentro, ya casi solo quedaba esperar un milagro, que alguna persona en la
orilla se percatara de estos dos “tontos pobretones” a punto de pasar a otra
vida, fue cuando pareciera que el mar se apiadó de nosotros y nos envió una ola
gigante, fuerte y con capacidad de transportarnos hacia la orilla y en ese
preciso momento escuche una voz que me decía “coge la boya, coge la boya”,
volteo y era el ángel del Señor disfrazado de salvavidas lanzándome una boya
amarrada a una soga y en el otro extremo llegaba hasta la orilla con varios
salvavidas dispuestos a jalarnos hacia las afueras.
Es increíble cuando llegamos a la orilla, nos esperaban
nuestras “fans” dije para firmar autógrafos y tomarse fotos con estos dos
expertos nadadores ebrios hasta el tuétano que con el tremendo susto se nos fue
todo rasgo de licor. Los salvavidas nos auxiliaron y solo mirábamos muchas
personas con sus rostros estupefactos mirando a esos dos que el mar había vomitado,
que ni el mar nos quería con él. En realidad obviando las bromas fue una de mis
experiencias mas dramáticas y no era porque yo era el causante de tal estupidez
sino porque nunca antes me había sucedido tal tragedia playera, desde esa fecha
nadie me ha podido curar ese miedo es por ello que al mar lo miro con respeto y
antes de ingresar primero le pido permiso para solo bañarme en sus orillas
porque sé que el mar aun me extraña.
Hasta mi próxima historia…