AL VERLOS COMER, YA ESTOY COMIENDO.
Era una tarde de un día cualquiera cuando volvíamos mis
hermanas y yo del colegio, era normal regresar a casa con mucha hambre, con
ganas de devorar toda una olla de comida, nos íbamos corriendo haciendo
competencia para ver quien llegaba primero a casa, tocábamos la puerta
incesantemente hasta que la impronta Mama María corría para abrir y nosotros
ingresábamos raudamente como cualquier niño pueril inocuo, mi Mamá nos decía
que antes de cenar nos cambiemos de ropa y nos lavemos las manos a lo que
obedecíamos con prontitud; ya listos todos dispuestos a cenar Mamá nos dió la
mala noticia que no había cena que comer porque se habían terminado todos los
alimentos que habían en el frízer, de pronto un silencio inundó la sala y en
ese momento nuestros estómagos empezaron a resignarse para ir a dormir con el
estómago vacío como nos sucedió muchas veces.
Mamá al rato nos pregunto qué haríamos si apareciera un solo
plato de comida en la mesa? Nosotros respondimos: iríamos corriendo por cucharas
y tenedores para comer entonces, vayan por sus cucharas y tenedores, vimos que
encima de la mesa había un plato grande de comida mis tres hermanas y yo nos
pusimos alrededor de la mesa y comenzamos a comer desesperadamente como cual
galgos náufragos venidos de una isla desierta, recuerdo que mi Mamá nos miraba
comer y en ese momento le pregunte: Mamá no deseas comer? Mi Mamá me respondió una frase que hasta el día
de hoy la recuerdo “coman hijos pues, yo al verlos comer ya estoy comiendo”, Mamá
fue una mujer entregada a su casa y a sus hijos, sabia como cuidarnos, nos
protegía como cualquier leona cuida a sus críos pero, ese día marcó en mi esa
su frase filosófica maternal y hoy que soy padre, comprendo bien a mis hijos
cuando ellos están comiendo me alegro verlos comer como “galgos” y un día mi
hija menor Andreita me preguntó: papi tu no comerás con nosotros? Allí recordé
la frase de mi Mamá y solo atine a repetir su frase como mía “coman hijos que
yo al verlos comer ya estoy comiendo” y no voy a negar que derrame algunas lágrimas,
porque recordé ese momento cuando era un infante pueril; hoy mis hermanas y yo
somos adultos con hijos jóvenes.
Mama María hoy es una madre mujer que ya bordea los `70s
cada día su cuerpo se debilita, su rostro se arruga y su cabellito se pinta de
canas blancas aunque ella se los pinta para estar más bonita, ella es una mujer
bella, ojos pardos claros, su carita tristona es la que yo herede, si la
conocieran es una madre para todos, cuando vas a visitarla comida siempre hay y
si no hay nada de la nada te brinda comida, es una buena anfitriona, le agrada
que sus invitados estén cómodos, eso si, ella se molesta si le desprecias un
plato de comida, Papá a veces reniega de eso pero, termina por aceptar que Mamá
es así porque así la criaron mis abuelos y mis bis abuelos y yo también tengo
eso de jodido que me gusta que comas tus alimentos hasta el último granito,
salvo que estés a dieta por prescripción médica y no la dieta cojuda del gym.
Siempre voy a recordar a mi Mamá cuando nos hablaba de su
niñez en la chacra donde ella vivía,
todos alrededor de ella escuchábamos atentamente y recreábamos en
nuestras mentes pero, eso ya será motivo para seguir deleitando a ustedes mis
fieles seguidores.
Hasta mi próxima historia…
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